Ella, que todo lo tuvo



     La novela cuenta como Ella, una mujer que después de tener un grave accidente donde fallece su marido y su hija, pierde su “hilo vital” y deja de escribir. En plena crisis existencial viaja a Florencia con el propósito de encontrar de nuevo la inspiración, y allí empieza a llevar una doble vida: por un lado, la de una mujer solitaria, dedicada a la restauración de libros, que visita cada tarde una antigua librería regentada por un hombre tan solitario y misterioso como ella, y, por otro, la de un personaje enigmático y silencioso (La Donna di Lacrima), que se dedica a recibir a hombres que le cuentan su vida, sus penas y a la vez adoran su silencio y anhelan su cuerpo.
     Realmente he de decir que me costó terminar de leerla. La dejé varias veces apartada porque no acababa de atraparme la historia y la terminé porque opino que no hay que dejar un libro a medias una vez empezado.
     Más que con la propia historia que cuenta, que no tiene realmente un argumento bien definido, y en la que se dejan muchos flecos sueltos e inconclusos, me quedo con las pinceladas poéticas que deja caer su autora a través de sus páginas.

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