El Palacio Real de Madrid

Hace algunas semanas que, huyendo del trajín carnavalero, nos dimos “un salto a Los Madriles”. Visita breve, sí (3-4 días), pero intensa y muy bien aprovechada…
Estuve hace algunos años allí pero sólo de paso; una noche para ser exactos. Una simple escala nocturna para enlazar con otro vuelo fuera de España.
Pero así, como ahora; se puede decir que nunca había estado en el Madrid Madrid, a pie de calle… y la verdad que, a pesar de lo corto de la estancia, superó en gran parte las expectativas que había puesto en la visita.
            Uno de los sitios en que estuvimos, que nos sorprendió gratamente a todos, y que, personalmente, me impresionó fue el lugar al que dedico este post: el Palacio Real de Madrid.
Más que una simple visita, un viaje al pasado en toda regla, un deambular por la historia traspasando las fronteras de las páginas de muchos libros de texto leídos y estudiados a lo largo de mi vida escolar… Espectacular. Me dejó sin palabras… Me encantó.




Bajando desde la Puerta del Sol por la calle Arenal llegamos a la Plaza de Oriente. Frente a unos jardines fantásticos se levanta el Palacio Real, posiblemente uno de los más suntuosos de Europa.








     El Palacio Real es la residencia oficial del Rey, que lo emplea en las ceremonias de Estado, aunque no habita en él.
En su origen fue una alcazaba árabe y siglos más tarde, se convirtió en castillo, reconstruido y habitado por monarcas de la Casa de Austria: Carlos V y su hijo Felipe II. En 1734 un incendio destruyó el Palacio y fue Felipe V, el primer rey Borbón, el que comenzó entonces la construcción del nuevo palacio.
     Y si bien el exterior del Palacio presenta esta imagen tan portentosa y especialmente cuidada el interior del palacio no se queda atrás.
Entrando por la puerta principal nos encontramos con una escalera impresionante, por la cual corrió sangre en 1841, cuando los guardias del Palacio tuvieron que defender a Isabel II.
La decoración del Palacio ha ido cambiando con el paso del tiempo dependiendo de los diferentes estilos artísticos de cada momento.
Se puede ver el Salón de Alabarderos, el Salón de Columnas, donde se celebraban cenas de gala, la Cámara del Rey o Salón de Gasparini, llamado así porque fue decorado por éste con preciosos suelos de mármoles embutidos...


    Siguiendo el recorrido, entramos en el dormitorio de Carlos II, en la Sala Amarilla, en el Salón de Cine, donde Alfonso XIII asistía a la proyección de películas, en la Capilla, en el Salón de los Espejos, que contiene porcelanas del Buen Retiro, en el Comedor de Diario de los Reyes, y en el Salón de los Tapices, que contiene tapices de la Real Fábrica de Madrid.
Son inagotables las estancias a visitar, así como los valiosísimos muebles, ornamentos, cuadros y objetos artísticos.
   Y finalmente el Salón del Trono, cuya decoración se conserva intacta desde el reinado de Carlos III. Allí vemos el sillón de los Borbones y una alfombra roja gigante de la época de este Rey, enormes espejos y grandes esculturas de bronce que impresionan por su grandeza. Del techo cuelgan preciosas lámparas que junto con los innumerables candelabros dan una luz muy especial a este suntuoso recinto... en definitiva, una imagen y un ambiente realmente extraordinarios, de otras épocas, de otros mundos...
Como ya dije, no estaba permitido sacar fotos en el interior así que dejo aquí algunas que he conseguido en la web de Patrimonio Nacional y otras que circulan por la red...












Si van a Madrid, no dejen de visitarlo, les fascinará.

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