Trabajadores incansables...


     “– ¿Adónde vas con tanto peso? ¡Con el buen día que hace, con tanto calor! Se está mucho mejor aquí, a la sombra, cantando y jugando. Estás haciendo el tonto, ji, ji, ji se rió la cigarra. No sabes divertirte.
La hormiga no hizo caso y siguió su camino silenciosa y fatigada; pasó todo el verano trabajando y almacenando provisiones para el invierno. Cada vez que veía a la cigarra, ésta se reía y le cantaba alguna canción burlona: 
– ¡Qué risa me dan las hormigas cuando van a trabajar! ¡qué risa me dan las hormigas porque no pueden jugar!”

     No deja de ser una fábula, sí, pero… detrás de estas palabras se encuentra una realidad apenas imperceptible por el ojo humano que avanza y se desarrolla conforme pasan los segundos, minutos, horas, días,… de nuestras propias vidas.
    Y es que, los seres humanos no son los únicos que tienen la necesidad de vivir en sociedad, de crear una familia, de trabajar, de construir casas seguras para soportar las inclemencias del tiempo y la naturaleza,… los animales, paralelamente y aunque muchas veces no seamos conscientes de ello, también crean sus mundos, forman sus “familias”, eligen sus nidos y madrigueras teniendo presente ante todo su seguridad, ”pensando” básicamente en sacar adelante sus crías y en dormir sin miedo a ser atacados por otros depredadores… e incluso algunos se decantan también por la protección extra de vivir en comunidad como las hormigas, las termitas, o las abejas y las avispas que se consideran prácticamente insectos sociales, que viven en colonias muy numerosas… 
     

     Las hormigas, por ejemplo, se calcula que hay más de mil billones en la Tierra. En la época de reproducción les salen alas y salen fuera de la colonia por un corto periodo llamado “el vuelo nupcial”, y después del apareamiento, la hembra construye una pequeña cavidad en la que deposita los huevos. Las primeras larvas se convierten en hormigas obreras sin alas, cuyo trabajo es conseguir alimento para ellas mismas y para la reina… En algunas especies incluso, se producen hormigas soldados para construir y defender la colonia, y en otras, se capturan obreras esclavas de otras especies para que hagan el trabajo.


     En algunas zonas áridas junto al Mediterráneo, guardan semillas en almacenes subterráneos para tener suministro de alimentos en tiempo de escasez. La mayoría de hormigueros están justo debajo de la superficie, pero algunas hormigas excavan hasta una profundidad de 6 metros para hacer cultivos subterráneos de hongos, usando hojas masticadas como tierra de cultivo…


     Por su parte, las abejas y las avispas son también insectos que viven en comunidad. Una colonia de abejas está compuesta por una reina de gran tamaño, zánganos y obreras con una ocupación específica que realizar cada uno y dependiente de los demás para sobrevivir. 
La reina y las obreras se crían a partir de huevos idénticos fertilizados, pero el huevo y la larva de la reina se desarrollan en una celdilla de mayor tamaño y la reina, además, se alimenta con una “dieta” especial de jalea real producida por las abejas obreras.
Los zánganos son abejas macho que se forman a partir de huevos no fertilizados. Su tamaño es mayor que el de las obreras pero son menores y más rechonchos que la reina, no tienen aguijón y su única función es aparearse con una abeja reina en vuelo.


     Las obreras organizan y mantienen la colonia en funcionamiento. Segregan cera para construir el panal, almacenan polen y miel, cuidan de las crías y ventilan y guardan la colmena. Se agotan rápidamente, sólo viven unas seis semanas y están armadas con un aguijón en forma de anzuelo, que normalmente sólo usan para defender la colmena.
Su primer trabajo consiste en limpiar las celdillas y hacer de niñeras con las larvas, alimentándolas y manteniéndolas calientes. Después de dos semanas, pasan a ocuparse en la recolección de néctar y polen y, como curiosidad, las más viejas pueden reconocerse por sus alas estropeadas, desgastadas por las cargas tan pesadas que transportan.

     Pero no sólo los insectos se organizan en comunidad, también algunos mamíferos lo hacen.


     El topo, por ejemplo, es ciego y no tiene orejas y como otros muchos pequeños mamíferos, excava una red de túneles para formar una colonia compuesta de una reina reproductora, machos y obreras.


    También el meerkat es un ejemplo claro de vida y trabajo en comunidad. Vive en el inhóspito desierto de Kalahari y cada miembro de la colonia lleva a cabo cometidos concretos para proteger a los otros: montar guardia, cuidar las crías, cazar, enseñar, etc… La colonia puede tener hasta 20 miembros que duermen en una red de madrigueras.
A los pocos días de dar a luz, la madre vuelve a ir de caza y un turno de niñeras se ocupa de cuidar las crías. Los adultos les traen comida, pero los jóvenes tienen pronto que alimentarse por su cuenta y traer alimentos para la siguiente camada.



     Y por último, los castores, que viven en grupos familiares, construyendo una complicada cabaña en forma de isla. Primero excavan una madriguera en el borde de una corriente de agua, apilando ramas sobre la entrada para formar una especie de cabaña. Luego construyen una presa sobre la corriente para elevar el nivel del agua y convertir la cabaña en una isla, que da al grupo una seguridad total frente a sus enemigos…

     Al final... humanos y animales tenemos más cosas en común de las que creemos.

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