Teobaldo Power



Nació un día 6 de enero de 1848 en Santa Cruz de Tenerife y fue de su padre de quien recibió las primeras lecciones de Solfeo y Piano a los 6 años. Pero eran tales sus aptitudes y su aplicación que con sólo 9 años ya dio su primer concierto, en el que ejecutaba obras de bastante dificultad y entre las cuales había hasta una composición propia. En vista de esto, su familia decidió apostar por él y darle una educación musical más extensa, así que su padre se lo llevó a Madrid y a Barcelona, donde tocó en varios teatros con gran éxito y ante la presencia de algunos miembros de la familia real a finales de 1858.
Por aquel entonces, su padre era empleado del Gobierno Civil de Barcelona, circunstancia que aprovechó para que su hijo estudiase armonía, empezando con sólo 11 años bajo la dirección del Maestro Balart y siguiendo luego el curso de composición hasta que en 1862, la Diputación Provincial decidió becarlo para que completara sus estudios en el Conservatorio de París.


Al año y medio de su ingreso obtuvo ya sus primeros premios en armonía y composición terminando su carrera musical en 1866 contribuyendo a su formación importantes músicos de la época como Elwart, Stephen, Heller y Baillot o el célebre Ambrosio Thomás. Cuando terminó viajó a La Habana, y allí entabló relaciones con los maestros Espadero y Aristi, seguidores acérrimos de la escuela de piano de Gottschalk, los cuales influyeron en el nuevo estilo que adoptó Power.


Ávido de emociones, de viajar y de conocer otros lugares, abandonó Cuba y recorrió varios países sin un destino fijo, regresando finalmente a París en 1869, donde aceptó la plaza de director de una compañía de ópera. Sin embargo, los avatares de la guerra franco-prusiana y ciertas intrigas en la compañía le decidieron a volver a Barcelona, y a Madrid, donde fijó su residencia. Pero y debido a la falta de salud y de recursos, y al ser prácticamente un desconocido allí, se vio obligado a tocar el piano en un café: el Café del Prado; que pronto se convertiría en el punto de encuentro de artistas y aficionados y donde el nombre de Power empezó a repetirse con elogio. En esos años, 1871 y 1872, se vio obligado a abandonar la composición para dedicarse al estudio serio y profundo del piano.


Algunos años más tarde, una nueva enfermedad interrumpe sus trabajos obligándole a volver a Tenerife por orden médica y aquí pasó tres años, retirado en Las Mercedes, por cuyo monte mostró siempre gran predilección y donde tuvo tiempo de meditar seriamente sobre el mundo, el arte y su porvenir, transformando su carácter algo inconstante y convirtiéndolo en el maestro que poco después obtuvo tan señalados triunfos.


Fue en esta época cuando compuso sus “Cantos Canarios”, que en Canarias es la obra que más popular le ha hecho, y que recoge fragmentos de las piezas más populares de cada una de las islas y los combina con verdaderos prodigios de composición e instrumentación. Su estreno en 1880 recibió una ovación tan entusiasta y unánime que le hizo hasta derramar lágrimas y que le han convertido en todo un símbolo de la identidad musical de Canarias: no en vano actualmente está establecido como Himno de la Comunidad Autónoma de Canarias la melodía correspondiente al “Arrorró” incluida en esa obra. 



Restablecida su salud vuelve a la Península en 1882 donde dio varios conciertos por diferentes zonas de la geografía peninsular y cuando ya pensaba volverse a Canarias se enteró de la convocatoria de oposiciones para la plaza de segundo organista de la Capilla Real y para profesor numerario en la Escuela Nacional de Música y Declamación de Madrid, que fueron en extremo reñidas y con las que obtuvo el merecido premio y reconocimiento al que aspiraba.


Empezaba ya a hacerse notar su fama de compositor y a obtener en Madrid destacados triunfos y a recibir homenajes de sus discípulos cuando le sobrevino la muerte prematuramente a la edad de 36 años a causa de la tuberculosis poniendo fin a su vida como creador, concertista y pedagogo.

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